Adaptarse es un verbo clave en la formación y en cualquier cosa de la vida. Hace unos días, mientras conducía hacia mi casa, escuché un programa de radio en el que daban noticias acerca de las agencias de viaje y su necesidad de adaptarse a los nuevos tiempos donde los viajeros tenían la capacidad de organizar sus viajes por sí mismos y según sus necesidades concretas. Explicaban que no hacerlo les hacía perder una oportunidad de liderar el sector en busca de nuevas maneras de planearlos, especialmente a través de internet.
Curiosamente, tras hablar de este tema de los viajes, salió otro a colación, dentro del mismo programa de radio, el cual hablaba de los nuevos trabajadores que entraban por primera vez en una empresa y la importancia de conocer a priori la misma y de adaptarse después a lo que ésta espera de él.
Adaptarse en el deporte profesional
En el mundo del deporte profesional es muy habitual encontrarse con el verbo “adaptarse”. Así, es muy común escuchar en los medios de comunicación que un piloto de fórmula 1 o un piloto de motogp necesitan de un tiempo para adaptarse a su nuevo coche o moto; que un tenista entrena en una determinada superficie (tierra o hierba) antes de una competición para adaptarse a la superficie en la que va a disputar el torneo; que un atleta viaja unos días antes al lugar de la carrera para adaptarse al clima o a la altura del lugar donde se va a desarrollar la competición; etc.
Adaptarse parece un verbo de moda en nuestros días pero no es así. Cuando actué como entrenador ayudante en el Real Madrid tuve que adaptarme al método de trabajo, a la manera de entrenar y entender el baloncesto de mis entrenadores jefes como Zeljko Obradovic, Sergio Scariolo, George Karl o Clfford Luyk por poner unos ejemplos. Pero ellos a su vez lo hicieron con los distintos equipos que dirigieron ya que cada uno tenía un perfil de jugador y una mentalidad de equipo diferente.
Adaptarse en el deporte de formación
Dicho todo esto planteo una cuestión que me parece importante y que dirijo a todos aquellos (entrenadores, directores deportivos y directivos) que trabajan en el baloncesto de formación: ¿se podría mejorar nuestro trabajo si también en el mundo de la formación nos adaptáramos a los niños y a los adolescentes a los que entrenamos? En mi opinión creo que sí.
Una de las cuestiones más importantes que debe tener en cuenta un entrenador de baloncesto que desarrolla su actividad en edades de formación, es comprender que las personas que están a tu cargo están metidos de lleno en un proceso evolutivo que tienen que intentar conocer y sobre todo respetar lo que les obliga a adaptarse a ellas.
Cuando nos inscribimos en los cursos de entrenador con el objetivo de conseguir los títulos que nos capaciten para entrenar a equipos federados, en ningún momento nos hablan de la importancia de adaptarnos a los deportistas que vamos a enseñar.
Un entrenador de nivel 1, si no me equivoco, puede desarrollar su tarea en todas las categorías de base incluso en Competiciones Autonómicas Senior, dependiendo de las federaciones autonómicas.
Es evidente que nada tiene que ver un niño de minibasket, con un adolescente en categoría junior ni ninguno de ellos con un senior ya adulto. La realidad es que los entrenadores no salimos con la preparación ni con el conocimiento suficiente para saber entrenar en cada una de estas edades, por lo que al final les entrenamos a todos de la misma manera.
Distinguir dos etapas: la niñez y la adolescencia
Algo que creo que nos ayudaría a la hora de trabajar con equipos de formación (hasta la edad junior) sería distinguir dos etapas. En los niños: de 6 a 12 años y de 12 a 18 años. En las niñas: de 6 a 10 años y de 10 a 18 años. Esta división nos permitiría entender las diferencias entre el periodo en el que son niños y niñas y aquel en que se convierten en adolescentes. Aunque la edad cronológica (edad real) y la biológica (edad madurativa) no coincidan, puede ser un buen punto de partida en el intento de conocerlos y respetar su proceso evolutivo.
Debemos saber que durante todo este tiempo se van a producir importantes cambios a todos los niveles en los deportistas produciéndose en momentos diferentes.
Durante la niñez se produce una ralentización del desarrollo del sistema nervioso y del desarrollo general siendo en consecuencia un período de relativa tranquilidad. Es, por tanto, un momento perfecto para sentar las bases tanto del baloncesto (fundamentos individuales y colectivos) como de la persona (comportamientos, actitudes y valores).
En un momento dado el sistema nervioso se acelera a una gran velocidad poniendo en marcha un proceso biológico (pubertad) que iniciará la adolescencia durante la cual se van a producir no solo cambios físicos que van a afectar al rendimiento deportivo sino también psicológicos, mucho más importantes si cabe, que van a influir a nivel cognitivo, afectivo, emocional, social y moral.
Puntos en común en la niñez y en la adolescencia
Algo que tienen en común ambas etapas es que, durante las mismas, el sistema nervioso, cardio-respiratorio y músculo-esquelético de nuestros pequeños deportistas están en desarrollo lo que les hace vulnerables, influenciables y diferentes de los adultos. Esto nos obliga a adaptarnos a ellos según la etapa en la que se encuentren siendo nuestra obligación:
1. Atender a sus motivaciones y necesidades. Obviarlo puede llevar al aburrimiento, al desinterés e incluso al abandono.
2. Conocer sus capacidades y sus límites. Tener en cuenta las cargas del entrenamiento (volumen e intensidad) para evitar que el exceso de actividad pueda lesionarlos, tener consecuencias negativas en su crecimiento o perjuicios personales y académicos.
3. Saber los contenidos referentes a la técnica y a la táctica que se les debe enseñar según sus capacidades.
4. Entender la mejor manera de entrenarles para que lo que les enseñemos se adapte a su grado de comprensión.
5. Ajustar la competición a cada etapa. Sería conveniente comenzar por el 3×3, pasando por el 4×4 antes de llegar al 5×5 de manera lo que facilitaría el aprendizaje del juego.
6. Manejar el banquillo según la edad y el objetivo a conseguir tratando de ser una herramienta que favorezca el espíritu de equipo, la justicia, la igualdad y la equidad.
7. Usar la táctica de equipo que mejor se adapte a ellos para que permita poner en práctica los conocimientos adquiridos en el entrenamiento de una manera sencilla.
8. Transmitir valores que les ayude en cada momento de su vida deportiva a crecer como personas en un ambiente sano y deportivo donde los hechos y las actuaciones sean ejemplares.
En definitiva, estoy convencido de que hacer un esfuerzo por adaptarnos a ellos en lugar de que lo hagan ellos a nosotros es un gran paso para la mejora de nuestro trabajo como entrenadores.
Vicente dice
Qué sencillo parece y qué difícil es…
Puro sentido común, pero, por desgracia, la norma es “cuánto sabe de (baloncesto, rugby, fútbol…) fulanito pero no está acostumbrado a los niños…
Grandísimo post Ángel. Feliz Año.
Ángel dice
Muchísimas gracias por el comentario Vicente.
Que tenas también tú, y los tuyos, un Feliz Año.
Un fuerte abrazo.