En muchas ocasiones he podido observar la eterna lucha del entrenador de baloncesto por encontrar el ataque mágico contra hombre que le resuelva todos los problemas ofensivos de la misma manera que los alquimistas buscaban la piedra filosofal o los arqueólogos hacían lo mismo con el santo grial.
Puedo aseguraros que esto lo he vivido cuando empezaba a entrenar con 17 años, e incluso reconozco que yo también lo perseguía en aquel tiempo, y sigo percibiendo exactamente lo mismo en la actualidad. Es por tanto algo habitual en nuestros inicios como entrenadores.
Centrándome en mi labor como formador, han sido muchas las ocasiones en las que cuando he sido invitado a dar charlas a otros compañeros estos me han preguntado “qué ataque sería el mejor para batir a una defensa individual“.
En la mayoría de los casos centraban su búsqueda en los movimientos tácticos exclusivamente sin aportar ningún dato adicional como si estas acciones ofensivas fueran por sí solas la solución. Algo así como una receta que la sigues y te proporciona la oportunidad de anotar.
Recuerdo el caso de un entrenador que acababa de ser elegido para llevar un proyecto muy interesante con chicos altos que no participaban en competiciones federativas. Solicitó mi ayuda y quedamos un día para charlar. El problema que tenía era que todos los ataques contra defensa individual en medio campo que les enseñaba, fracasaban. No sabía qué hacer. Como es lógico, le pedí ir a ver un entrenamiento para conocer a sus jugadores. Tras ver 10’ de sesión diagnostiqué el problema: los chicos carecían de fundamentos ofensivos individuales. Eran incapaces de botar con su mano no dominante, miraban al suelo mientras lo hacían, no sabían pasar el balón ni conocían la técnica del tiro. Con estos “mimbres técnicos” era imposible construir ningún cesto.
Dicho esto, tenemos que ser realistas y entender que no existe ningún sistema de ataque “mágico”, ni la receta que soluciona los problemas ofensivos. El ataque contra hombre como cualquier otro, debe ser una herramienta táctica elaborada por el entrenador para ayudar a que sus niños y adolescentes:
1. mejoren sus fundamentos ofensivos individuales. Esto es: bote, pase, tiro, entrada a canasta y rebote ofensivo.
2. aprendan los fundamentos ofensivos de equipo: juego de equipo en el perímetro, en el poste, en el bloqueo directo y en el bloqueo indirecto.
3. comprendan el juego ofensivo.
Este es el bonito y emocionante trabajo que tiene por delante todo entrenador que realmente se siente formador y que sitúa a sus chicos como los protagonistas del baloncesto pensando en su beneficio por encima de los suyos propios.
Todos queremos que nuestros jugadores jueguen partidos lo más pronto posible pero tenemos que entender que jugar 5×5, especialmente en las etapas iniciales, es muy difícil para ellos. Es por ello que se suele trabajar el baloncesto en unidades más pequeñas de manera que facilite su aprendizaje del juego.
Aquel que quiera hacer un buen trabajo debería ir enseñando los fundamentos ofensivos individuales e ir transfiriéndolos a la táctica individual (1×1) y a la táctica colectiva o grupal (fundamentos ofensivos de equipo) que utiliza situaciones desde el 2×2 hasta el 4×4. Este trabajo conjunto va a ser fundamental para el éxito o fracaso de la táctica que elijamos.
Pero esto no es todo. Además, debe tener en cuenta que el baloncesto es un deporte donde el nivel de incertidumbre es elevado, con escenarios cambiantes e impredecibles y que por ello debe proponerles situaciones de juego distintas e imprevisibles que supongan grandes desafíos, ayudándoles a entender lo que está sucediendo y favoreciendo y alentando sus propias decisiones. Esta es la parte más difícil para el entrenador: enseñarles a que comprendan el juego.
Analizada la parte técnico-táctica que tenemos que tener en cuenta los entrenadores entramos en otra tan importante o más: estamos entrenando a niños que luego serán adolescentes y finalmente adultos. En otras palabras, estamos trabajando con un material humano muy delicado que está en evolución, viviendo un proceso de maduración física y psicológica.
En consecuencia, lo que le enseñemos y la manera de hacerlo debería ser progresiva y adaptarse a las necesidades de los niños. No tiene sentido jugar con bloqueos directos en minibasket cuando no saben botar el balón, por ejemplo.
Todo lo que les enseñemos debería estar adaptado al proceso evolutivo del niño y a su nivel real de juego, estar organizado y ordenado además de ser progresivo en su complejidad táctica desde la situación de 1×1 hasta la del 5×5.
Algunos pensaréis ¿qué difícil es todo esto? Y os doy la razón si lo que queréis es enseñar todo a la vez desde el inicio. Es posible que no lo recordemos pero cuando éramos pequeños y nuestros padres y maestros comenzaron a enseñarnos a leer lo hicieron enseñándonos primero las vocales y las consonantes, después a formar palabras, luego a leer frases, más tarde pequeños textos hasta finalmente adquirir la capacidad para leer un libro. Si este proceso hubiese sido alterado, muy difícilmente podríamos haber aprendido a leer un libro.
Todo nos va a parecer más sencillo si somos capaces de ver el baloncesto como un proceso de aprendizaje que tiene el niño desde que se inicia en él alrededor de los 8 años hasta que finaliza la etapa de formación con 18. Nosotros, entrenadores, tenemos 10 años para enseñarles y sólo vamos a conseguirlo si cada nuevo conocimiento que incorporemos se construye sobre los ya adquiridos.
Por ejemplo, hablando del ataque, en las edades comprendidas entre los 8 y los 12 años podemos enseñarles los fundamentos que creamos adecuados y transferidos al 1×1 tanto en el perímetro como en el poste. Seguidamente entre los 12 y los 15 años se pueden seguir mejorando los fundamentos pero ahora los transferimos al 2×2 añadiendo el bloqueo directo al trabajo previo de 1×1. Y finalmente, entre los 15 y los 18 años podemos continuar con el perfeccionamiento de los fundamentos transfiriéndolos al 3×3 añadiendo el bloqueo indirecto al trabajo anterior de 1×1 y bloqueo directo.
Visto así ¿parece más sencillo? Os puedo asegurar que sí y sobre todo mucho más beneficioso para el aprendizaje de los niños que cuando tratamos de enseñarle todo a la vez.
Dicho esto llega la pregunta clave ¿qué ataque contra hombre elegimos? Tenemos que distinguir entre ataque libre y estructurado o sistematizado.
En el ataque libre los jugadores se mueven dentro de unas áreas determinadas del campo siguiendo unas normas básicas y tomando decisiones inteligentes en función de la defensa.
Los jugadores tienen que entender por qué hacen las cosas no sólo lo que tienen que hacer lo que les ayuda a tener un mayor conocimiento del juego.
Por el contario, un ataque estructurado o sistematizado tiene un objetivo definido (por ejemplo pasar al tirador después de salir de dos bloqueos seguidos) y unos movimientos planificados, que se van a ejecutar siempre de la misma manera. Todo está diseñado para que cada atacante maneje el balón sólo en aquellas áreas del campo de ataque donde son realmente efectivos.
Con el objetivo de ayudar a todos los entrenadores de formación he optado por construir un ataque libre que humildemente creo que puede ser útil. Tiene en cuenta todo lo hablado anteriormente.
Lo he dividido en partes que se adaptan a determinados intervalos de edad siendo progresivo en los contenidos técnicos y tácticos y teniendo en cuenta las capacidades de los niños. Cualquier entrenador puede ir trabajándolo desde el inicio convirtiéndose en una herramienta de enseñanza muy efectiva que tiene su continuidad hasta el final del período de formación. El ataque libre es el siguiente:
1. Ataque Libre 8 a 12 años. Objetivo: que aprendan a jugar en el perímetro y en el poste.
2. Ataque Libre 12 a 14 años. Objetivo: que aprendan a jugar el bloqueo directo.
3. Ataque Libre 14 a 18 años (4 abiertos). Objetivo: que aprendan a jugar el bloqueo indirecto con una estructura de 4 atacantes abiertos.
4. Ataque Libre 14 a 18 años (3 abiertos). Objetivo: que aprendan a jugar el bloqueo indirecto con una estructura de 3 atacantes abiertos.
Es lo suficientemente completo, versátil e impredecible como para que lo utilicéis como ataque principal, incluso como único ataque, lo que puede ahorraros tiempo para invertirlo en otros aspectos del juego, especialmente en la técnica individual lo que se traducirá en una mejora del equipo.
Espero y deseo que os sea útil de verdad. Un saludo para todos los entrenadores y cuidaros mucho.
Joaquin gangoso dice
Excelente artículo, una cuestión…a partir de qué edad recomendarías iniciar el aprendizaje del bloqueo y continuación? Gracias
Ángel dice
Buenos días Joaquín. En mi opinión, entre los 8 y los 12 años se debería trabajar el 1×1 y a partir de los 12 introducir el bloqueo directo. Esta sería una buena manera de progresar en la enseñanza del baloncesto pero siempre debes adaptarte a tus niñ@s. Si ves que progresan rápido y necesitan aprender algo más, y que ya dominan el 1×1, podrías adelantar la enseñanza del bloqueo directo antes de los 12 años.
Espero haberte ayudado.
Un saludo.