Finalizadas las vacaciones de verano nos encontramos con el comienzo de un nuevo curso académico, de una nueva temporada deportiva, de una nueva oportunidad para seguir enseñando y educando a nuestros chicos.
Toda la maquinaria educativa se pone en marcha en los colegios. El profesorado espera con ganas la llegada de sus alumnos. Los pequeños estudiantes llegan con la pereza natural de enfrentarse nuevamente a horarios y hábitos olvidados durante las vacaciones. Los padres vuelven a la cruda realidad de gestionar su actividad profesional y familiar con los horarios de sus hijos.
En muy poco espacio de tiempo muchos niños y niñas van a decidir formar parte de una actividad en horario extra-escolar siendo, en la mayoría de los casos, deportiva.
En ese momento van a entrar en escena una ingente cantidad de entrenadores y formadores que tratarán de usar el deporte para diferentes fines, según el valor pedagógico que cada uno de ellos establezca.
Tras una decisión propia o dirigida por sus progenitores, los niños van a acudir a la actividad deportiva con una actitud diferente a la que acceden a las aulas. Cuando el horario escolar finaliza querrán jugar y divertirse desconectando de una larga jornada en el interior de una clase cerrada. Se encontrarán en un nuevo escenario, con sus amigos, deseosos de pasárselo bien y con un nuevo “profesor”: su entrenador.
En dicha actividad participarán el niño y su entorno adulto: el entrenador y los padres. De entre todos ellos, sin duda alguna, el ser más débil, el más influenciable fruto de su propio proceso evolutivo, será el primero.
Nuevamente nos encontraremos con el mismo problema. Algunos entrenadores buscarán en el éxito deportivo la única razón para entrenar. Otros que se sienten más formadores, pensarán en el niño como persona además de como jugador priorizando al primero sobre el segundo.
Algunos padres tendrán clara la importancia que el deporte tiene para sus hijos y otros en cambio no tendrán ni idea de su valor.
Estoy convencido de que este es el momento perfecto para tomar conciencia de la razón por la que los adultos, padres y entrenadores, participan en el mundo del deporte de formación.
Pero además es importante que conozcan cuáles son las señas de identidad del deporte de formación para permanecer siempre dentro del mismo y respetarlo. Estas son muy sencillas de entender y muy difícil de llevarlas a cabo por los “egos” y el desconocimiento de las personas a las que tienen que enseñar y educar.
La primera seña que lo define es que el actor principal, el verdadero protagonista del deporte de formación es el niño.
La segunda es entender que éste se encuentra en un proceso evolutivo que tenemos la obligación de conocer y ante todo respetar.
La tercera es comprender que el verdadero objetivo del deporte de formación es formar, no ganar, y que este verbo no sólo incluye el desarrollo deportivo sino muy especialmente el de la persona pensando en el futuro adulto que será el día de mañana.
La cuarta y última la separo de las anteriores con toda la intención y se refiere a la enorme importancia que tiene su entorno adulto. Su obligación debe ser la de mantener, en todo momento, la actividad deportiva dentro de un marco formativo además de colaborar en beneficio de los más pequeños tratando de influirles positivamente.
Si colaborar es sinónimo de “trabajar en equipo o en conjunto para lograr un objetivo” se deduce que tanto los entrenadores y los padres deben trabajar juntos con el objetivo de hacer algo bueno por los que se están formando.
Creo que ha quedado muy claro cuál es el marco de actuación para permanecer dentro del deporte de formación pero lo que queda por definir es lo más importante: ¿cómo deben relacionarse los padres y los entrenadores?
Estoy convencido de que la manera de hacerlo no es la que tienen algunos entrenadores quienes piensan que los padres son lo peor del deporte y sólo les hacen participar en el deporte de sus hijos para ser un medio de transporte para el equipo y para pagar las cuotas y los gastos de la equipación. Tampoco lo es pensando como algunos padres que entienden que al pagar pueden exigir y interferir en lo que hace el equipo y su responsable.
El camino correcto es el contrario, basado en la educación, el respeto y la comunicación entre ambos.
Una reunión antes del primer entrenamiento es un buen punto de partida. El fin de la misma no es sólo que todos se conozcan sino que servirá para que el entrenador defina los objetivos que se ha planteado para la temporada, lo que va a hacer y cómo lo va a realizar dejando claro que todo está pensado por el bien de sus hijos.
Estos objetivos deben ser deportivos, como por ejemplo que los niños se lo pasen bien y aprendan habilidades técnicas, tácticas, etc., y personales como por ejemplo que mejoren su comportamiento y adquieran aquellos valores que les van a ayudar a su desarrollo futuro como persona.
Informará de la programación del equipo (días de entrenamiento, horarios, etc.) con la finalidad de que los padres puedan planificar su vida familiar dejando claro que la asistencia es obligatoria desde el momento que se adquiere el compromiso de formar parte del equipo.
Promoverá la creación de un grupo de WhatsApp que debe convertirse, exclusivamente, en un sistema de información y comunicación entre el entrenador y los padres mediante el cual se avise de todo lo que acontezca alrededor del equipo (horarios de partido, cambios de día y hora de las actividades, equipación, etc.) no siendo, en ningún caso, un medio para dar opiniones, discutir y crear polémica.
Propondrá que en aquellos periodos estresantes de exámenes, donde los niños necesiten volcarse más en los estudios, se reduzca el número de entrenamientos recuperando el tiempo perdido en aquellos otros momentos donde la presión académica sea menor y apoyando a las familias haciendo uso del baloncesto como incentivo para mejorar su rendimiento académico.
En este tema en particular pedirá un esfuerzo a la hora de que exijan a sus hijos que organicen mejor su tiempo y puedan hacer frente a ambas actividades: la académica y la deportiva. Esta organización del tiempo es un valor en sí mismo que hay que transmitirles. También debería pedirles que no usen el cese de la actividad deportiva como amenaza para conseguir resultados.
Hará hincapié en la importancia del compromiso de las familias y de los propios niños con la actividad deportiva haciéndoles ver de qué diferentes maneras pueden ayudar al equipo.
Informará de los criterios a la hora de distribuir los minutos de juego así como los de convocatoria de los niños cuando exceden el cupo de inscritos en el acta de juego.
Y muy importante, informará a los padres de que el partido tiene un potencial educativo enorme y por ende que todos debemos estar de acuerdo en movernos en un mismo marco de actuación para cumplir con los objetivos que se han marcado para la temporada y evitar así actitudes contrapuestas que crearían confusión en los niños.
La educación y el respeto deben ser ejemplares en las gradas y en el banquillo. Los niños deben comprobar cómo su entorno adulto les respeta a ellos, a las decisiones arbitrales, a los niños del equipo contrario, a sus padres y aficionados, a sus entrenadores, teniendo una actitud deportiva durante el partido siendo modelos de conducta para los ellos.
Entre todos se debe generar un ambiente de formación, educación, comunicación e interés por los chicos logrando que los mismos familiares estén unidos, creen un equipo y vean el día de partido como una fiesta donde disfrutar juntos de la actividad de sus hijos, donde lo de menos sea el resultado y lo que más importe sea el esfuerzo, la mejora y los comportamientos deportivos.
Esta reunión con toda seguridad es clave en el devenir de la temporada. Es el momento en que los padres pueden y deben plantear todas sus dudas, inquietudes, expectativas, etc., con las que se inician en el mundo deportivo de sus hijos o continúan avanzando en él. Alguno de los aspectos planteados les serán desconocidos, otros no los compartirán… es ahora el momento de unificar el sentido de la andadura en común. Los entrenadores se emplearán a fondo en la consecución de los objetivos marcados y los padres se comprometerán en el cumplimiento de los acuerdos establecidos.
Mantener la comunicación durante la misma va a ayudar a que todo funcione como un reloj y todo el mundo se sienta parte del equipo.
Espero y deseo que así sea por el bien de nuestros pequeños deportistas quienes son, con mucha diferencia, lo mejor del deporte.
Mucha suerte a todos.
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