En la anterior entrada del blog analizábamos el axioma de que “el deporte es sano” y ahora vamos a hacerlo con otro muy manido como es que “el deporte tiene valores”.
En general todo el mundo relaciona deporte con valores. La mayor parte de la gente recomienda hacer deporte por los valores que proporciona. Son muchos los artículos en prensa hablando de “los valores del deporte”.
Siento mucho discrepar de todos los defensores de esta afirmación. En mi opinión el deporte NO TIENE VALORES y voy a intentar razonarlo.
Deporte profesional y valores
Si analizamos el tenis y lo relacionamos con Rafa Nadal o Roger Federer podemos afirmar que el tenis tiene valores. Pero si lo hacemos con otros jugadores que rompen su raqueta contra el suelo, que dan una patada a un juez de silla o se enzarzan en discusiones con el juez árbitro no opinaríamos lo mismo.
Si pensamos en el mundo del fútbol y lo referimos a Andrés Iniesta seguramente llegaremos a la conclusión de que el fútbol tiene valores. Pero si lo hacemos en determinados futbolistas que escupen e incluso muerden, fingen una falta para que saquen tarjeta a un rival o se tiran dentro del área para engañar al árbitro y pite penalti, nuestra opinión puede variar.
Así sucesivamente, podríamos analizar casi todos los deportes y en todos ellos encontraríamos razones para defender que tienen valores y lo contrario.
Una cosa sí es segura. Los deportistas profesionales en general, y especialmente aquellos que mueven masas como los futbolistas, tienen una gran responsabilidad por su enorme influencia en los más pequeños de la que no son conscientes ni ellos ni sus clubs.
Los niños y jóvenes deportistas, quienes tienen la capacidad de observar e imitar las conductas de los mayores, lo hacen de deportistas profesionales que en muchos casos no son el modelo más adecuado y deseable a imitar. Algunos de estos ídolos, con sus comportamientos, terminan influenciando de manera peligrosa la interpretación de los valores que el deporte lleva implícito.
No quiero entrar en el mundo sucio de las trampas en el deporte profesional como el doping que atenta contra el juego limpio, piedra angular de cualquier actividad deportiva, buscando el engaño y la ventaja sobre el resto de deportistas.
Deporte de formación y valores
En el mundo de la formación la responsabilidad de enseñar y educar recae en los adultos que forman el entorno de los niños, los padres y los entrenadores, siendo los primeros los encargados naturales de hacerlo.
Es evidente que son los padres quienes mayor responsabilidad tienen pero eso no quita para que los segundos se aparten y no participen de manera solidaria y colaborativa con ellos haciendo algo en beneficio de los más pequeños.
Un niño que decide voluntariamente apuntarse a una actividad deportiva va a pasar más tiempo con su entrenador durante una temporada que con el profesor de Lengua, Historia o Matemáticas.
Es por esta razón por la que la influencia educativa que se puede ejercer sobre el niño a través del deporte es superior, al menos en cantidad de tiempo, a cualquier otra actividad docente.
En definitiva, el entrenador desde el momento que decide enseñar a niños pequeños está adquiriendo una gran responsabilidad convirtiéndose en un elemento clave de su formación teniendo una enorme influencia en su crecimiento como persona aunque no sea consciente de ello.
Y digo esto por experiencia propia. Hace muy poco, como consecuencia de la presentación de mi libro “Baloncesto para educar”, tuve la posibilidad de reencontrarme con los primeros niños a los que entrené y que ahora tienen 50 años. Nos fuimos a cenar tras el evento y ahí pude comprobar lo mucho que les influí, positiva y negativamente. Yo no era consciente de ello cuando los entrené ni ellos lo percibían pero pasado el tiempo nos hemos dado cuenta de esto.
Lo más difícil para un entrenador es interiorizar esta influencia. En la mayoría de los casos los entrenadores desconocen el mundo de la formación y ven en él solamente un escenario donde disfrutar a su manera del deporte que les gusta. No suelen ser conscientes de que no sólo tienen que enseñar a jugar al baloncesto, a difundir conocimientos técnicos y tácticos, también se convierten en un modelo vital para ellos. Con su comportamiento y actitud propagan valores éticos y morales teniendo mayor importancia sus hechos que sus palabras.
Los padres también desconocen la importancia del deporte y piensan que éste va a ayudar a sus hijos a permanecer en un entorno sano, lejos de ambientes que pueden llevarles a situaciones de peligro, además de distraer al niño durante un rato que les permite a ellos tener más tiempo libre para hacer sus cosas.
Es una pena pero entre padres y entrenadores, colegios, clubs, federaciones y la propia administración, estamos perdiendo la oportunidad de usar el deporte como herramienta educativa e incluso de transformación social.
Conclusión sobre baloncesto de formación y valores
En definitiva, para mí el deporte no tiene valores. El deporte puede ser un transmisor de valores si se emplea no sólo para enseñar a jugar sino para educar. Pero también puede ser generador de conflictos, faltas de respeto, exclusión e incluso violencia cuando se usa exclusivamente para la consecución de éxitos deportivos.
Son las personas que participan en éste las que deciden su valor pedagógico. Son los que con su manera de ser y actuar influyen en que quienes lo sigan reciban algo bueno o malo del mismo.
En cierta manera podemos afirmar que las cosas buenas del deporte son consecuencia de los deportistas y no del propio deporte.
Y sin ningún género de duda los valores se transmiten por los hechos más que por las palabras.
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