En general todo el mundo relaciona deporte con salud. La mayor parte de los médicos recomiendan hacer deporte por los efectos beneficiosos que tiene para una vida saludable.
Imaginemos a un individuo adulto que realiza una sencilla actividad física como es correr 3 o 4 días a la semana realizando un trabajo aeróbico mediante un ritmo cómodo y una duración entre 40’ y 60’.
Estamos hablando de una actividad física, desarrollada de una manera moderada, que puede ser de gran ayuda para que tenga una vida saludable sea cual sea su edad. Estos beneficios podrían ser tanto físicos (minimizando el riesgo de problemas de corazón, diabetes, ayudando a mantener un peso corporal saludable, favoreciendo al desarrollo muscular, contribuyendo a que los huesos sean más fuertes, aumentando el nivel de energía, etc.) como psicológicos (reduciendo el riesgo de depresión, de estrés, favoreciendo la autoestima, mejorando el estado de ánimo, etc.).
Imaginemos a ese mismo individuo saliendo a correr todos los días de la semana realizando un trabajo más intenso y de la misma duración o superior.
En este caso no estamos hablando de una actividad física moderada sino de un entrenamiento con el objetivo de superarse a sí mismo o competir con otros. Esta actividad puede dejar de ser sana y resultar perjudicial para el propio organismo al que se le exige alcanzar mayores umbrales físicos, siendo especialmente graves si la fatiga es alta, el descanso escaso y la alimentación inadecuada. El exceso puede generar lesiones musculares, articulares, fracturas por estrés, etc.
Podemos afirmar que una misma actividad puede ser beneficiosa o perjudicial en función del volumen y de la intensidad de trabajo que se realice.
Baloncesto profesional
Después de muchos años dentro del mundo del baloncesto a nivel profesional he visto de cerca lo que significa el deporte de alto nivel.
Desde la pre-temporada hasta el final de la temporada el nivel de exigencia física y mental es muy alto siendo especialmente patente en equipos que juegan tanto la competición nacional (Liga ACB y Copa del Rey) como la europea (Euroliga).
Estos suelen exigir a sus jugadores que hagan un trabajo físico previo a la pre-temporada de manera que lleguen en un estado de forma y peso determinado, siendo incluso motivo para sancionar con multa en caso contrario.
Se entiende la importancia de la pre-temporada en estos equipos dado que es uno de los pocos momentos de la temporada en los que se puede entrenar para establecer las bases físicas, técnicas y tácticas del grupo, algo casi imposible cuando ésta empieza.
El inicio de la temporada con los primeros partidos oficiales pone en marcha un desenfrenado periodo caracterizado por la acumulación de partidos, viajes y eventos sociales del propio club que impiden tener momentos para entrenar y mejorar, además de disponer de escaso tiempo para descansar lo suficiente como para recuperarse de los esfuerzos siendo ello más notable cuanto más avanza la temporada.
Esto ocurre a la mayoría de jugadores profesionales, pero pongámonos en la piel de aquellos que son requeridos por sus selecciones nacionales y que por tanto entrenan y compiten mientras sus compañeros están descansando. Ellos sufren un mayor desgaste físico-psíquico y reducen su tiempo ideal de recuperación.
Cuando recuerdo las etapas finales de la competición (play-offs) me viene a la memoria el estado físico de los jugadores en aquellos momentos. No conocí a ninguno de ellos que no jugara con dolor o molestias.
Los continuos saltos y caídas sobre el suelo, los cambios de dirección y giros, los contactos y esfuerzos por mantener los espacios o ganarlos, etc. pasan factura a las articulaciones de las rodillas, de los tobillos y a la columna vertebral, especialmente si el cuerpo está fatigado.
Ya no hablo de las lesiones musculares como las roturas de fibras, las producidas por el balón en los dedos de la mano o las luxaciones y fracturas propias de un deporte de contacto.
Justamente el año 2018 ha sido fatídico en la NBA con más de 60 jugadores lesionados, lo que ha encendido todas las alarmas por su impacto negativo en la competición.
Pero los problemas físicos no finalizan cuando el jugador termina su vida deportiva. En muchos casos, acabada su carrera profesional, continúan teniendo secuelas físicas derivadas de tanto desgaste y de poner al límite su cuerpo durante tanto tiempo.
Baloncesto de formación
Esto sucede en el mundo adulto pero ¿qué ocurre en el mundo del niño durante su etapa de formación, hasta los 18 o 19 años?
Los pediatras en particular, insisten en que los niños hagan deporte porque favorece su desarrollo físico, intelectual, social y emocional.
La primera cosa que debe preocuparnos a todos es la salud de los niños. No hay nada más importante que esto.
De hecho la Asociación Española de Pediatría recomienda obtener información clínica de los niños, previa a la iniciación en un programa de actividad física o deportiva, con el objetivo de realizar una actividad física no sólo sana sino segura.
Personalmente he podido comprobar cómo en muchas ocasiones las fichas de los niños son firmadas por un médico amigo sin realizar un mínimo examen exploratorio. Os puede sorprender pero lo he visto con mis propios ojos. Y esto me lleva a preguntar ¿es este un buen comienzo para que el deporte de formación sea sano?
Que el deporte es importante para los niños a todos los niveles no hay ninguna duda, pero también lo es que los entrenadores que enseñan a jugar a los más pequeños deben entender que estos no son adultos de pequeño tamaño sino niños que están en un proceso evolutivo con cambios permanentes siguiendo un orden natural, lo que les hace ser más propensos que los adultos a las lesiones.
Un entrenador que tiene esto en cuenta se adaptará a sus capacidades y les ayudará en su desarrollo generando beneficios para el niño.
Por el contrario, un entrenador que no lo hace puede ir más allá de sus capacidades creando perjuicios para el niño.
Un exceso de entrenamiento, las intensidades altas y el escaso descanso en un organismo que se encuentra en proceso de crecimiento y maduración podrá causar lesiones en las rodillas y micro-traumatismos en los tejidos que pueden generar lesiones óseas, agotamiento de los cartílagos de crecimiento, etc.
En definitiva, para que el baloncesto de formación sea sano y beneficioso para los niños, es necesario realizar un reconocimiento médico antes del comienzo de la actividad además de llevar a cabo una actividad moderada en volumen e intensidad que tenga en cuenta a la persona que lo realiza, su edad y sus capacidades físicas y psíquicas.
Rogelio Estévez Alcalá dice
Uno de los errores más grandes que llevo viendo desde hace 25 años, es que cuando llega la hora de play off por los titulos, ascensos y algún campeonato de España, es que todo el mundo aumenta la carga de trabajo físico, cuando lo que se debería hacer es un trabajo de mantenimiento, donde más se debe insistir en esos momentos en el trabajo técnico como tiro, sistemas y otro tipo de cosas. Recuerdo tu primer año en Guadalajara, cuando el ascenso a la ACB, hubo jugadores como Drabender y Carter que tuvieron periodos de descanso donde hubo alguna semana que no entrenaron para poder estar bien y eso dio buenos resultados.
Ángel dice
Muchas gracias por tu opinión Rogelio. Un abrazo.
Rodrigo dice
Como padre de un niño con Sever y una niña con Osgood (los dos juegan al baloncesto) no puedo estar más de acuerdo con este post. Pero los entrenadores suelen pensar lo contrario: cuantos más entrenamientos, mejor.
Ángel dice
Muchas gracias por tu opinión Rodrigo. Me encantaría que mis compañeros entendiesen que están enseñando a niños/as que están en un proceso evolutivo que deben tener en cuenta y respetar. Espero que tus hijos superen esta etapa sin dificultad. Un saludo.