
- Editorial: Kolima Books
- Edición: Primera Edición
- Disponible en: Tapas blandas y Kindle e-book
- ISBN: 978-84-16994-73-1
Baloncesto para educar es el libro en el que he intentado plasmar la filosofía que he ido desarrollando tras 40 años como entrenador. La editorial Kolima Books me ha dado la oportunidad de plasmar mis ideas en un libro que estará disponible en los próximos meses.
El baloncesto y el deporte en general, en edad escolar, es una potente herramienta educativa que se está infrautilizando al centrarse en el rendimiento deportivo y la competición en lugar de hacerlo en el desarrollo personal y humano de nuestros más pequeños.
La actividad deportiva extraescolar en las edades de formación es tan importante que merece un programa colectivo en el que participe todo el entorno del niño (Colegio, padres y entrenador), que se extienda a todo el periodo escolar, que se preocupe de su formación integral (personal, deportiva y académica), que permita que los niños sean los grandes protagonistas y que respete su proceso evolutivo.
La realidad es que, en la mayoría de los casos, el entrenador se enfrenta sólo a una gran responsabilidad. El objetivo del libro es hacerle comprender el material humano tan delicado que tiene en sus manos y enseñarle a ayudar a sus jóvenes a crecer como deportistas y sobre todo como personas.
El ser humano desde que nace hasta que muere vive un proceso de cambio continuo. Afirmar que el niño es un ser en evolución es algo evidente. Estarás de acuerdo conmigo en que nada tiene que ver un niño de 6 años con uno de 10 y ninguno de estos con uno de 16. Cada uno de ellos va a sufrir cambios permanentes siguiendo un orden natural a nivel biológico, fisiológico, cognitivo-intelectual, afectivo-emocional, psicomotriz, social-relacional y moral. Cada individuo va a tener un proceso de desarrollo propio que debes respetar.
Tanto es así que la propia Medicina establece una especialidad como es la Pediatría ante la necesidad de conocer a un ser cuyas características y reacciones en todos los aspectos son muy distintas a las del adulto. De hecho en la propia definición de la especialidad podemos observar el porqué de su existencia: “es la medicina integral del periodo evolutivo de la existencia humana desde la concepción hasta el fin de la adolescencia, época cuya singularidad reside en el fenómeno del crecimiento, maduración y desarrollo biológico, fisiológico y social que, en cada momento, se liga a la íntima interdependencia entre el patrimonio heredado y el medio ambiente en el que el niño y el adolescente se desenvuelven”.
Incluso escribiendo este libro encuentro dificultades a la hora de emplear los términos más adecuados cuando me refiero a diferentes edades. Eso ya te indica algo. Hay una evolución incluso en el lenguaje cuando hablas de niños, pre-adolescentes, adolescentes y adultos. En general se suele usar el término niño entre los 6 y los 12 años, el de adolescente entre los 12 y los 18 y adulto de los 19 en adelante.
Te voy a poner algunos ejemplos de su evolución.
A nivel del sistema nervioso y cerebral del niño su desarrollo es vertiginoso desde el nacimiento hasta los 6 años llegando al 80% de su evolución hasta alcanzar el 100% en la edad de los 12 años.
A nivel óseo experimenta un endurecimiento progresivo, aunque no todas las partes del esqueleto crecen y maduran al mismo ritmo. Las partes que antes maduran son el cráneo y las manos, mientras que las piernas no finalizan su crecimiento hasta el final de la adolescencia. En general su desarrollo óseo es rápido en sus primeros 4 años de vida llegando al 40% de su evolución para volver a tener otro tirón fuerte entre los 10 y los 16/17 años donde sobrepasa el 90% de su desarrollo total.
A nivel muscular su desarrollo sigue las leyes céfalo caudal y próximo distal. La maduración del tejido muscular es muy gradual durante la niñez y se acelera al inicio de la adolescencia, cambiando asimismo la proporción de músculo/grasa, llegando a su máximo desarrollo entre los 20 y los 21 años.
Todo esto puedes visualizarlo en el siguiente gráfico, donde se observan las pautas de crecimiento de un niño, elaborado por Gregory S. Anderson and Peter Twist en una revista americana cuyo título era Trainability of Children. En él se puede ver el desarrollo a nivel nervioso (neural), óseo (skeletal) y muscular (muscular). En el eje de abscisas aparece el porcentaje de desarrollo mientras en el de ordenadas el de la edad cronológica.
A nivel fisiológico va a ir evolucionando en su desarrollo físico siguiendo dos leyes fundamentales de la maduración: la ley de progresión céfalo caudal según la cual el control motor de la cabeza se consigue antes que el de los brazos y el del tronco, y éste se logra antes
que el de las piernas; y la ley próximo distal según la cual se domina la cabeza, el tronco y los brazos antes que la coordinación de las manos y los dedos.
A nivel motriz su desarrollo estará en función de su maduración física, y de su desarrollo esquelético y neuromuscular.
A nivel biológico se van a encontrar con cambios importantes especialmente en la etapa de la adolescencia en la que se lleva a cabo un proceso neuro-hormonal, con profundos efectos en todo el organismo.
A nivel de capacidad de asimilación y aprendizaje va a ir mejorando con el tiempo.
A nivel cognitivo-intelectual el niño va a ir pasando por una serie de etapas desde un pensamiento intuitivo y egocéntrico basado en la percepción, donde no puede desligar su razonamiento de la vivencia personal y de la manipulación de los objetos (6 a 8 años) hasta un pensamiento lógico formal que le permite elaborar hipótesis y comprobarlas empíricamente además de poseer una mayor capacidad para pensar de forma abstracta (16 a 18 años).
A nivel afectivo-emocional evolucionará desde un marcado egocentrismo e inestabilidad emocional (6 a 8 años) hasta sentir la necesidad de buscar su identidad personal, de tomar sus propias decisiones y de ser independiente (16 a 18 años).
A nivel moral atravesará otra sucesión de etapas desde una moral heterónoma en la que necesitan que alguien les dicte las normas, ya que no son capaces de tomar decisiones por su cuenta, hasta otra en la que descubre su propio comportamiento y desarrolla su sistema de valores (16 a 18 años).
En definitiva, el niño está metido de lleno en un proceso evolutivo.
Indudablemente, si conocemos cómo piensan, cómo sienten, cuáles son sus motivaciones y necesidades, según el momento evolutivo en el que se encuentren, todo esto nos va a aportar una información valiosa para saber qué podemos enseñarles, qué son capaces de aprender y cómo podemos ayudarles.
Debes adaptar lo que enseñes, los métodos que utilices y el momento en que hagas las cosas, a cada etapa de la evolución del niño. Tienes que ayudarles adaptándote a ellos.
Es muy importante que entiendas que el proceso es lo realmente importante y no el resultado a corto plazo.
La enseñanza de todo este razonamiento es que no debes tener ninguna prisa. El problema que existe, y que ha existido hasta ahora, es que nadie tiene en cuenta su proceso. Se piensa que el niño es un adulto en miniatura en lugar de verlo como un ser que está inmerso en un cambio constante. Sólo a nivel material se ha hecho algún tipo de adaptación a su mundo con la disminución de la altura de la canasta, el tamaño-peso del balón y la dimensión del campo pero nada más.
Como consecuencia de ello nunca se ha desarrollado un programa de baloncesto a lo largo del periodo de formación que establezca un orden de aprendizaje, un trabajo evolutivo y progresivo donde cada etapa esté íntimamente ligada con la posterior y con la que le precede, donde cada etapa sea una parte del todo y se adapte a la evolución del niño. Y mucho menos se ha pensado en incorporar los valores a dicho programa de manera que se adapten a su propio desarrollo.
Entrenar en todas las etapas de la misma manera sin tener en cuenta la evolución de los que aprenden no tiene mucho sentido pero es lo que se hace.
Cuando estuve en la cantera del Real Madrid, entre los años 1.986 y 1.991, recuerdo que había tres equipos (cadete, juvenil y junior) con sus respectivos entrenadores. Todos intentamos hacer nuestro trabajo lo mejor posible, sin ninguna duda, pero ninguno trabajamos coordinadamente formando un equipo. Cada entrenador enseñaba su baloncesto y no se seguía ningún plan colectivo.
Esto, aplicado al ejemplo de las matemáticas, sería una situación en la que el entrenador del cadete enseñaba integrales para las que el jugador no estaba preparado, el del juvenil enseñaba a multiplicar y dividir cuando necesitaba algo más para progresar y el del junior hacía un poco de todo.
Al final el perjudicado, por encima de todo, era el jugador que no podía crecer y evolucionar en su juego como debería hacerlo, y el club, que no lograba sacar rendimiento a su inversión deportiva. Si esto ocurría en un club grande, podemos imaginarnos lo que pasaba fuera de él.
Desgraciadamente, después de tanto tiempo, sigo viendo el mismo problema. No existe una idea, ni en los colegios ni en los clubs, de un trabajo en equipo, siguiendo todos, un programa común de formación.
Cuando en el capítulo 5 te hablaba de mi sueño recordarás que visualizaba un programa que era una herramienta educativa, que se extendía a todo el periodo escolar, que tenía como objetivo formar integralmente al niño, que este era el gran protagonista, y que era respetuoso con el proceso evolutivo del niño.
En mi ánimo de ayudarte a ti y a todos los que empiezan, he hecho el esfuerzo de crear un programa para que puedas entender y adaptarte al ser humano que en cada momento tienes a tu cargo.
Antes de crearlo he buscado mucho para encontrar alguno que tuviera en cuenta el proceso evolutivo del niño y he de decirte que no encontré nada al respecto. Es muy posible que en algún sitio, alguien haya generado alguno, pero yo no lo he encontrado.
Cuando me puse a elaborarlo entendí que debía conocer aquellos momentos claves del niño en los que se iban a producir cambios significativos en su evolución hacia la persona adulta. Me puse mano a la obra y leí bastantes artículos y opiniones de investigadores, médicos, psicólogos, etc. En este momento me di cuenta que ninguno de ellos se ponía de acuerdo a la hora de establecer cuándo empezaban y terminaban determinados momentos claves en la evolución del niño: la niñez, la pubertad, etc. Además de ello, aprendí que era imposible englobar a todos los niños en un mismo estadio evolutivo ya que cada niño tiene un ritmo evolutivo propio que le diferencia de los demás.
También comprendí la importancia de conocer la edad biológica a la hora de establecer un programa que se adapte a la evolución del niño. Esta se refiere al grado de crecimiento y desarrollo alcanzado a una determinada edad cronológica. La cronológica se refiere a la edad exacta que tiene el niño. Esta es la razón por la que niños de la misma edad cronológica tienen diferente estatura, peso, proporcionalidad de sus brazos y piernas, musculatura, etc.
Aprendí que existen varios métodos para conocerla como estudiar la maduración dental, la sexual, la ósea y la somática, y que estos tenían sus limitaciones al aplicarlos en la etapa escolar. En unos casos por el elevado coste y en otros por la incomodidad para los niños y padres durante la valoración de la maduración sexual y de la maduración somática.
Como te puedes imaginar me encontré con un mundo muy complejo porque así es como es el proceso evolutivo del niño.
Después de todo lo que te he expuesto puedes entender lo difícil que es crear un programa que se ajuste a todas las personas a las que va dirigido. En unos casos se ajustará como un anillo a su dedo pero en otros el anillo le quedará grande o pequeño.
Aún con todas estas dificultades no me he desanimado. Lo que he hecho ha sido coger aquellas cosas en las que sí están de acuerdo todos esos investigadores, médicos, psicólogos, etc. y unirlas a mis conocimientos, al proceso de construcción táctica visto en el capítulo anterior y a mi forma de entender el baloncesto de los más jóvenes, para de esta manera crear un programa que se acerque lo más posible a la verdadera formación.
En él todo es evolución: se va de lo sencillo a lo complejo, de lo global a lo específico, de los juegos individuales a los colectivos, de los espacios grandes a los pequeños, de las situaciones de juego más simples (1×1 y 2×2) hacia las más complejas (3×3, 4×4 y 5×5), de los entrenamientos de 2 días a la semana a los de 4, de una competición de 3×3 a una de 5×5, del tiro a canasta a muy corta distancia y en estático, al tiro de larga distancia y en carrera, de la defensa en medio campo a la defensa en todo el campo, del juego libre al juego sistematizado, del objetivo de divertirse, jugar y tener contacto social hasta el de conseguir un rendimiento deportivo, de la no especialización por puestos donde todos juegan de todo a la especialización donde cada uno juega en su posición ideal.
Es este un programa muy personal, expuesto a toda opinión o crítica, que trata de aportar algo a nuestro deporte y que ojalá estimule a otras personas a ampliarlo, mejorarlo, o cambiarlo por otro que sea más útil a los entrenadores de formación, que es lo que persigo.
Tengo muy claro que aunque este programa no sea perfecto, sólo el hecho de intentar hacer las cosas adaptándolas a las personas que enseñamos y alejándolas del baloncesto adulto, ya mejora todo lo que se viene haciendo y nos acerca a lo que sería la formación ideal.
El programa está formado por seis etapas:
1. 6 a 8 años. Educación Primaria (1º y 2º de Primaria).
2. 8 a 10 años. Educación Primaria (3º y 4º de Primaria).
3. 10 a 12 años. Educación Primaria (5º y 6º de Primaria).
4. 12 a 14 años. Primer ciclo de Educación Secundaria (1º y 2º de E.S.O.).
5. 14 a 16 años. Segundo ciclo de Educación Secundaria (3º y 4º de E.S.O.).
6. 16 a 18 años. Bachillerato (1º y 2º de Bachillerato).
Cada una de estas etapas analizará los siguientes aspectos:
1. Características propias de la edad.
1) A nivel cognitivo-intelectual.
2) A nivel afectivo-emocional.
3) A nivel psicomotriz.
4) A nivel relacional-social.
5) A nivel moral
2. Fases sensibles y limitaciones.
3. Objetivos generales.
4. Contenido técnico y táctico colectivo.
5. Contenido personal.
6. Método de enseñanza.
7. El entrenamiento.
8. La competición.
9. La táctica de equipo.
10. La preparación física.